El período Heian (I)

domingo, 8 de noviembre de 2009

La era cortesana de Heian

El emperador Kammu (737-806) decidió, en el año 784, cambiar la capital del imperio y abandonar Heijö, orientando a Fujiwara no Tanetsugu, su maestro de obras, a fin de que encontrara el sirio adccuado. Este se inclinó por Nagaoka, al norte de Heijan, y las obras comenzaron. Desde el primer momento las intrigas politicas y la rivalidad entre facciones empañarian el proceso. Tanetsugu fue asesinado por cortesanos rivales mientras que el lugar era asolado por desastres naturales. Interpretando esto como profecias, Kammu abandono el proyecto a medio hacer y dispuso la búsqueda de un nuevo emplazamiento. Se Ilego así a la elección de un lugar más al norte entre los ríos Katsura y Kamo y la planificación y construcción recomenzaron desde cero. La nueva capital recibió el nombre de Heian-kyö, "capital de la paz y la tranquilidad". Heian-kyö, la posterior Kyoto, continuaría siendo capital de Japón hasta la restauració Meiji de 1868, año en que el joven emperador Meiji traslado su corte hacia el este, a Tokio, para encabezar un nuevo gobierno.

Así, el Iapso de cuatro siglos que va desde la inundación de Heian-kyö en el 794 a la consolidación en el 1185 del régimen guerrero de Minamoto no Yorimoto en Kamakura se conore como período Heian. Durante este largo período, en apariencia ertable y tranquilo desde la perspectiva de la corte imperial, se sucedieron en realidad los cambios domésticos. El Heian temprano fue testigo de la activa asimilación del modelo administrativo y cultural chino asi como de la actualización de las instituciones centralizadas de estilo chino introducidas por los códigos ritsuyö del período Nara. Sin embargo, a partir del siglo X, las transfomaciorres políticas y econórnicas en la corte y provincias provocaron un debilitamiento del intento burocratizador emprendido por el sistema ritsuyö, contribuyendo a la privatización y el retorno de la influencia de los clanes tanto en provincias como en la misma corte. Paralelamente, el grobierno dejó de enviar embajadas oficiales a China. En los siglos XI y XII, la violencia en las provincias se hizo más frecuente, alcanzando en ocasiones a la capital. La aristocracia capitalina, con su holgada y lujosa vida, dependia cada vea más de los jefes guerreros para mantener el orden en las provincias y hacer respetar los edictos de la corte. No pasaria mucho tiempo antes de que estos jefes comenzasen a albergar anhelos propios de poder político.

Durante el Heian medio, en torno al año 1000, se originó en la corte una floreciente cultura aristocrática de claros rasgos autóctonos. El período Heian marca el apogeo japonés de la cultura cortesana y constituye una época de enorme creativirdad literaria, artística y religiosa. La Historia de Genji (Genji monogatari)y la antologia Kokinshü de poesía japonesa son sólo dos obras maestras de la soberbia producción literaria de la epoca Heian. Creó asimismo estilos propios de arquitcctura residencial y diseño de jardines, pintura sobre rollos de papel y escultura budista. Florecieron el budismo de la Tierra Pura, Tendai y Shingon. Si bien no decayó la infiuencia de las artes literarias chinas y el confucianismo, gracias al desarrollo de los silabarios kana. La lengua japonesa encontró mejores canales de expresión vernácula tanto en prosa como poesía.

Heian-kyö, la nueva capital

La decisión del emperador Kammo de establecer nueva capital no implicó necesariamente el abandono del ideal de un sistema centralizado de administración surgido durante el periodo Nara. Indudablemente, el emperador anhelaha comenzar politicamente de cero en un nuevo entorno, dejando atrás las disputas de sucesión, la rivalidad de los clanes y la injerencia clerical enquistadas en la corte de Heijó. Tal como las capitales Fujiwara y Heijö, Heian se basó en el modelo de Chang'an (la moderna Xi'an/Sian) aunque a diferencia de ésta y otras antiguas ciudades chinas, las capitales japonesas no estaban protegidas por muros. Heian-kyö se asentaba sobre una vasta planicie rodeada por el norte, este y oeste de montañas poco elevadas. Protegiendo las esquinas nororiental y norocccidental de la capital se levantaban dos picos, Hieizan y Atogayama. Los ríos Kamo, Katsura y Shirakawa bajaban de las colinas que rodeaban ]a ciudad y desembocaban en el río Yodo, que unía a Heian con el puerto marítimo de Naniwa. La nueva capiral era más cxtensa que Hejjó, con 4,5 km del extremo este al oeste y 58 km de norte a sur. Poco a poco fue extendiéndose hacia el este, al otro lado del rio Kamo. Al igual que en Chang'an v Heijö, el recinto del gran palacio y sede del gobierno (daidairi) se levantaba al norte de Ia ciudad. Los imponentes edificios oficiales ostentaban espléndidos pilares rojos y techos de tejas verdes al estilo chino. Por el contrario, la residencia imperial incluida en el complejo residencial (dairi) era una sencilla estructura hecha de madera sin pintar y techada con corteza de cedro. La ciudad habia sido construida en base a un esquema cuadriculado de avenidas y calles que delimitaban unas 1.200 manzanas residenciales de superficie uniforme. Una avenida central Ilamada Surakuöji la dividía en un sector izquierdo, ukyö, y otro derecho, sakyö. Las residencias de los aristócratas se encontraban cerca del daidari, en la parte noroeste, sobre las tres primeras calles transversales. En un principio, sólo se admitió la presencia de los dos ttrnplos budistas patrocinados por tl estado, el del este, o Töji, y el de oeste, Sajji. Asimismo, se abrieron dos mercados bajo el auspicio del Estado, uno en cada sector.

Como Heijö, Heian fue al comienro una capital eminentemente administrativa y el centro político, social cultural del pais. Además de los nobles de la corte, entre sus habitantes había funcionarios menores, artesanos, almacenistas, guardias militares y unos pocos monjes. Es probable que la población total de la capital en el siglo IX sumara unas 100.000 personas, de las cuales aproximadamente 10.000 eran nobles y funcionarios de menor rango. La necesidad de consumo de las clases aristocráticas hizo que el número de pobladores comunes aumentase gradualmente al emplearse caballos para acarrear los impocstos y otros productos a los almacenes gubernamentales y las residencias de la nobleza, pronto establos y almacenes comenzaron a competir con los mercados de patrocinio estatal. La construcción y reconstrucción de santuarios, templos y palacios atrajo a artistas y artesanos, que se instalaron en talleres y estudios. El pueblo Ilano Ievantó casuchas sobre las riberas del rio Kamo; la ciudad se expandió hacia el este. Con el deterioro del orden civil en el siglo X, la ciudad se vió envuelta en una ola de crimenes, incendios premeditados y saqueos. La corte se vio amenazada frccuentemente por las demandas de monjes soldado insumisos (söhei) procedentes de Enryakuji o de los monasterios Nara. Guerreros irregulares y criminales asolaban las calles. Se robaba a plena luz del dia. Nisiquiera las residencias amuralladas de la aristocracia estaban a salvo de pillajes e incendios. En numerosas ocasiones fueron incendiados los apasentos imperiales en el dairi y en los edificios de palacio. La Gran Sala de Audiencias, símbolo del prestigio imperial, no fue reconstruida sino tras sufrir un tercer gran incçndio en 1156.

A pesar de la prohibición de trasladar los templus a Heian, el budismo no habia sido totalmente excluido. Kammu no se mostraba hostil hacia el mismo, conformándose en ejercer un incontestable control imperial sobre la capital y los clérigos budistas que alli vivian. De hecho, fue un activo impulsor del hudismo que apoyó a una serie de monjes, incluidos Saichö (767-822) y Kübai (774-835), a quienes envio a China en husca de nuevos textos y enseñanzas. Estos trajeron, a su regreso, Ias ideas que constituirían, con el tiempo, las doctrinas budistas Tendai y Shingon. Enryakuji, el monasterio establecido por Saicho sobre el monte Hiei, al noreste de la ciudad. Se convertiría en uno de los centros monásticos mán influyentes del país y en sede de gran parte del venidero budismo japonés. Por su parte, Kübai fundó un monasterio montañés, Köyasan, bastante al sur de la capital, aunque se le concedió asimismo la jefatura de Töji, tambien hacia el sur. Así, Kammu lograba sacudirse de encima lo peor de la influencia de los viejos templos Nara al tiempo que promovía una renovada institución budista. Mas acorde con su concepto del lugar que le correspondia al budismo en la sociedad. Por ello no ha de sorprendernos que tanto Saichö como Kukai se hayan propuesto renovar la disciplina monacal y la preparación de los monjes que servirían a la nación como líderes espirituales. Con el ticmpo, y bajo el auspicio de miembros de la familia imperial y de la nobleza, nuevos templos budistas se erigieron en las colinas que rodeaban la ciudad.

Kammu fue un emperador sumamente activo. Introdujo modificaciones con el fin de reavivar Ios languidecientes ideales de la reforma Taika. Propulso una mayor y más estrecha vigilancia de los funcionarios gubernamentales, instauóo nuevas agencias, apane de los códigos ritsuyö, de asesoramiento al trono y estableciá una fuerza imperial de policia. Empleó además un nuevo sistema de milicias, con el que forzó la rendición de las tribus Ezo del noroeste. El intento de Kammu de revitalizar el sistema ritsuyö fue retomado, aunque menos enéergicamente, por su sucesor, Saga. Pero ellos serían los ultimos Tennö realmente activos. El resto del período Heian ,se caracterizó menos por el afianzamiento imperial que por el creciente dominio de La corte por parte de la nobleza, sobre todo por los miembros de la rama septentrional de los Fujiwara. Los emperadores continuaron a la cabeza del gobierno como símbolos dc legitimidad y objeto de veneración debido a su ascendencia divina pero el poder real correspondio cada vez mas a los jefes Fujiwara como regentes, tios, suegros o abuelos maternos del soberano. Esto significaría la privatización del poder politico y la regresión, encuadrada en un ostensible sistema oficial y burocrático, a la politica de clanes y linajes.

Durante este proceso de privaticación, la maquinaria formal de gobierno, a pesar de mantenerse intacta, fue a a menudo ignoraba por los caciques de los clanes e incluso por los propios miembros de la familia imperial, ademas de los grandes templos y santuarios. Fue tal el dominio ejercido por los Fujiwara sobre la corte que se suele denominar período Fujiwara al lapso que va del 858 a 1185. Del mismo modo que el propio emperador, la burocracia central establecida mediante las reformas se volvió cada vez más ceremonial, reduciéndose a actuar de conveniente fuente de honores u órgano de legitiminación de los centros emergentes de poder. Aunque los emperadores seguían reinando. Eran los Fujiwara quienes realmente gobernaban. Esta modalidad de gobierno indirecto se convirtió en una de las constantes del comportamiento político japonés. Con el trancurso del periodo Heian, la privatización de la política cortesana se acentuó, y otro tanto sucedió con los latifundios provinciales y la organización militar local.

Los Fujiwara

La influencia de los Fujiwara se habia hecho notar ya desde el comienzo de la época imperial. La casa fue fundada por Nakatomi no Kamatari, jefe del clan Nakatomi de shintoístas rituales, que hahia ayudado al principe Naka no Öe durante el golpe del año 645. Kamatari había recibido en el 699 el nombre de Fujiwara ("Campo de Wisteria") de parte del emperador Tenji en memoria, según se dice, del sitio en el que se acabó con el intcnto de derrocar a la familia Soga. El hijo de Kamatari, Fuhito (659-720), había participado activamente en Ia compilación del código Taihö, convirtiéndose más tarde en Gran Consejero y ministro de justicia. Fue además suegro de dos emperadores, Mommu y Shömu, y abuelo de un tercero. Sus cuatro hijos encabezarian posteriormenre las cuatro ramas de la familia Fujiwara. Esta sufrió un reves temporal durante el pe riodo Nara medio al morir cuatro de los hijos de Fuhito, durante una epidemia que asoló en el 757, pero la familia pronto recuperó su fortuna. A fines del periodo Nara los Fujiwara desplazaron a los Tachibana y a otras familias nobles, encabezando la resistencia contra el sacerdote pretendiente Dökyö. Y fue la rama norteña de la familia, descendiente de Fusaaki, uno de los hijos de Fuhito, la que se hizo con el poder politico durante el periodo Heian.

Los Fujiwara ejercieron y extendieron su poder de diversas y variadas maneras, demostrando gran maestría en todos los aspectos del juego politico cortesano. Cuando tenian necesidad de aislar y excluir a sus rivales, no dudaban en planear incidentes que terminaban por achacar a éstos. Hábiles y pacienles en el arte de la politica nupcial, lograron interrelacionarse de manera inexorable con el linaje divino a través de princesas imperiales y herederos forzosos. Fueron acrecentando su poder y riquezas acaparando propiedades (shöen) que lucgo distribuian a modo de dádiva entre las familias menores.

Pero las claves del duradero éxito de los Fujiwara hay que buscarlas en la institucionalización de su poder por medio de la magnificación de la figura del regente. Monopolizaron lar concejalias del trono, cargos no contemplados en el sistema ritsuyö. Los dos cargos principales eran el sesshö, regente de un menor, y el kampaku, regente de un emperador adulto. Los Fujiwara persuadian a los emperadores de que se retirasen pronto para luego instalarse como regentes de sus herederos menores de edad, controlando asi el trono sin necesidad de sentarse en él. Llegaron a instroducir una regencia semiperrnanente que gobernaba en nomhrc del tennö. El control de la regencia se consolidó definitivamente en el año 858. cuando Fujiwara no Yoshifusa (804-872), Gran Ministro de Estado, sentó a su propio nieto de nueve años en el trono como emperador Seiwa (850- 880) y asumió el cargo de seshö. Era la primera vez que alguien de sangre no imperial logaba ocupar la regencia. Mototsune (836-891) fue el primer Fujiwara en continuar como regente tras la mayoría de edad del emperador, haciéndose acreedor al titulo de kampuku. Ello Ie valió seguir, sendo el portavoz efectivo y dirigir la política durante toda la vida de un emprrador en funciones. Fujiwara no Tadahiro (880-949) fue sesho del emperador Suzaku desde el 939 hasta el 941, año en que pasó a ejercer de kampaku hasta su muerte.

Ciertos emperadores sin una madre Fujiwara o que, por alguna razón, no tenían un regente para indicarles lo que tenían que hacer, intentaron rafirmar el verdadero poder imperial. Los emperadores Uda (867-931), Daigo (885-930) y Murakami (927-967) se esforzaron por gobernar sin un regente Fujiwara. A fin de resistir y contrarrestar su influencia, los emperadores se volcaron hacia otras familias nobles, ya fueran rivales o ramas de los Fujiwara. Uno de los caminos consistia en promover a talentosos cortesanos no Fujiwara a los puestos clave de la corte. Como primer -y fatal- ejemplo tenemos a Sugüwara no Michizane (843-903), un estadista, poeta, estudioso y caligrafista que, a pesar de la alta consideración que merecian su poesía y dotes de estadista y del apoyo de los crnperadorcs Uda y Daigo, no podia rivalizar en política con los Fujiwara. Así, fue desplazado por Fujiwara Tokihira (871-909) obligando a exiliarse en Daraifu, donde las enfermedades y el desconanelo acabaron con su vida. Se creyó entonces que su espiritu vuelto en vengänza contra la ciudad, era el causante de incendios, tormentas y plagas. Para aplacar al espítiru enfurecido, Michizane fue redimido, ascendido póstumamente y consagrado como patrono kami de las letras; se erigió además un santuario en su honor en Kitano, Kyoto.

En el año 967, los Fujiwara recuperaron el control de la regencia, manteniéndolo hasta 1068 en lo que se conoce como periodo de la regencia (seshö y kampaku), ampliamente dominado por la lamilia Fujiwara. Todos loa emperadores de este período nacieron de madres Fujiwara y fueron controlados por sus tios, suegros o abuelos, en cuyos hogares se criaron. La familia alcanzó su apogeo con Fujiruara no Michinaga (966-1028) quien, más poderoso y glorificado que los emperadores, dominó la corte imperial durante más de 30 años. Michinaga adquirió extensos terrenos v construyó magníficos palacios para si y su familia. Fue padre de cuatro emperatrices, tio de dos emperadores y abuelo de otros tres. En 1016 se convirtió en sesshö de su sobrino Goichijö. Si bien no Ilegó a asumir oficialmente el cargo de kampaku, Michinaga continuó ejerciendo plenos poderes y mantuvo un estrecho control sobre el trono y la corte. En 1017 fue nombrado Gran Ministro de Estado, mostrándose espléndido con aliados y rivales. Una vez hubo colocado a sus hijos como regentes y ministros de Estado, retirose en 1019 de la vida política activa, aceptó la tonsura y fubdo el monasterio hudista de Höjöji. Se le Ilegó a Ilamar Midö Kampaku, ya que de hecho habia ejercido como tal, también había propiciado una alianza con el clan de guerreros provinciales Seiwa Genji, con el propósito de asegurarse su apoyo militar. Al retirarse ejerció el poder a través de su hijo Yorimichi (990-1074). a quien impuso como regente.

Como muchos otros funcionarios de Heian, Michinaga era un experto, en música, poesia, estudios budistas, literatura china e historia. Su diario, el Midö-kampaku-ki, es una valiosa fuente de información acerca de la vida y costumbres de la corte. En él se inspiraron los Eiga monogatari (Relatos gloriosos) y se dice que sirvió de modelo para el personaje del príncipal (Genji, el heroe de la Historia de Genji). Es pues este período en torno al año 1000, en pleno apogeo de Michinaga, el que suele tomarse como muestra cabal de la vida cultural y cortesana en Heian.

Después de Michinaga, y tanto en sü corte como en las provincias, la influencia de los Fujiwara decreció. Aunque Ie habian sucedido sus hijos Yorimichi, que fue seshö y kampaku, y Norimichi (997-1075), que Ilegó a kampaku ningun fue tan brillante y poderoso como Michinaga. En cuanto a las provincias, el poderio de los Fujiwara se vio obstaculizado por bandas de guerreros a cuyos líderes las familias locales comenzaban a encomendar tierras que en otro tiempo hubieran encomendado a los Fujiwara. Pero la reacción capiralina contra el dominio Fujiwara fue aún más vehemente. Varios emperadores nacidos de rmdre no Fujiwara dieron con un método para contrarrestar el control de csta familia: abdicaban en favor de sus hijos menores y continuaban ejerciendo el poder a través de estos, instaurando asi una politica de control paterno opuesta a la del vinculo materno empleada por los Fujiwara. Este sistema de gobierno ha sido denominado insei, o gobierno claustral. Los emperadores claustrales Shirakawa (1O53-1129), Toha (1103-1156) y Go-Shiwakawa (1127-1192) fueron todos gobernantes longevos activos que disputaron a los Fujiwara el control de la corte. Bajo su mandato la casa imperial se convirtio en un serio aspirante al poder económico y político, por el que compitió con otros grupos poderosos. Los emperadorea claustrales intentaron poner en marcha un sistema de gobierno domestico basado en el modelo de la cancilleria Fujiwara o mandokoro. Al igual que estos, solicitaron la encomienda de latifundios privados, logrando de esta forma recuperar cierta influencia para la casa imperial, si no para el propio sistema tennö. Sin embargo, el insei fue comiderado por posteriores emperadores e historiadorrs como una aberración o una regresión hacia el gobierno indirecto casi tan grande como lo fuera el dominio Fujiwara. A mediados del siglo XII, la competencia dentro de la corte recrudeció sobremanera a causa de la intromisión de la familia guerrera Taira, encabezada por Taira no Kiyomori. Esta intromisión constituyó el primer indicio significativo del declire de la corte imperial y la aparición en el pais del reinado guerrero.

La privatización de la tierra: los latifundios

El poder Fujiwara implicó una privatización del sistema burocrático ritsuryö establecido durante cl períoso Nara. Económicamente, el poderío Fujiwara se apoyó cada vez más en otra forma de privarización desarroIlada dentro del sistema ritsuryö, la de los dercchos sobre la tierra. A pesar de que durante el periodo Heian pareció prevalecer el ideal de un sistema "publicó" de tenencia de tierras, la privatizaciónción no tardó en ganar terreno. El sistema de tierras públicas e impuestos no había funcionando, según los Fujiwara, a causa del obligado compromiso contraido con los uji más poderosos en busca de su aprobación. Incluso antes de finalizado el periodo Nara habían comenzado a desarrollarse en las provincias haciendas privadas conocidos como shöen.

Poco a poco, las prácticas japonesas se alejaban del modelo ideal chino. De cualquier forma, el sistema chino de asignacion de tierras adoptado durante el periodo Nara era complicado y molesto. La reasignación exigía redistribuir los campos mediante un esquema de cuadrículas, lo que implicó un arduo trabajo de transformación rural en numerosas zonas del centro del pais. De acuerdo con el nuevo sistemar agrario, los campos y sus cultivadores ya no debían considerarse como propiedad privada sino que pertenecían en principio al gobierno central. La tierra cultivable y los campesinos que la trabajaban eran tratados como propiedad (publica) imperial. Este ideal burocrático de inspiración china se oponía a los intereses profundamente arraigados dw los clanes así como a las prácticas hereditarias tradicionales en el pais. Puesto que se consideraban a si mismas un todo continuo, las familias procuraban asegurarse parcelas de carácter hereditario. El nuevo sistema, en cambio, con sus redistribuciones periódicas, censos y asignación de terrenos a las familias campesinas segun el número de bocas que alimentar, se interponía en la pretensión de los clanes de que la tierra fuera considerada propiedad familiar. Si bien se discute aún acerca del grado en que Ilegaron a aplicarsc los sistemas de "igualdad de campos" (jori) y de asignaciones, las excavaciones han revelado la presencia de importantes vestigios de campos homólogos desde Kyushu hasta la Ilanura de Kanto. Sin embargo, cuando a fines del siglo VIII comenzó a aplicarse el sistema en el sur de Kyushu, en otras regiones paralelamente a la aparición de los primeros shöen ya se encontraba en declive.

Los origenes de los shöen coinciden con el inicio de la centralización del Estado durante el periodo Nara. A pesar de que los japoneses adoptaron una versión del "sistema de igualdad de campos" chino según la cual las tierras parceladas e imponibles eran distribuidas a los campesinos y redistribuidas al morir éstos, habia tierras quc estaban exentas de ello. Se trataba de las que pertenecían a la familia imperial, o bien de territorios otorgados a los nobles de la corte en reconocimiento de su alto rango o cargo político o en mérito a los servicios prestados al Estado. Solían asimismo estar exentos los territorios otorgados a los grandes monasterios budistas y santuarios Shinto, así como las tierras otrora silvestres que habian sido recuperadas para la agricultura. La asignación de tierras tendió a volverse hereditaria, sobre todo la que se otorgaba por méritos de servicio, alto rango o motivos religiosos.

La recuperación de tierras -es decir, su conversión en campos arroceros regados- sentó las bases del giro hacia el control privado de la tierra. La presión social y la necesidad de contar cada ver con mayores extensiones que poder ser subdividir y redistribuir obligó a una creciente reconversión de tierras originalmente no cultivables. Pero el gobierno casi nunca contaba con fondos con que financiar las recupcraciones y sus proyectos se estaban sujetos a los abusos y la ineficacia burocrática, o a costes demasiado elevados. Sólo Ia perspectiva de una posesión sin trabas podia persuadir a la gente para que emprendiese proyectos de recuperación a bajo coste. Templos y nobles sedientos de tierras, poseedores de capital y la mano de obra necesarios, tenian además la influencia politica como para desarrollar tal actividad a pesar de su patente ilegalidad. Si la tierra recuperada por el gobierno continuaba siendo pública, ya desde el temprano período Nara la que se recuperaba privadamente quedaba -durante lapsos prefijados- en poder del recuperador. En el añ 724, las ticrras bajas recuperadas eran declaradas propiedad de sus recuperadores durante tres generaciones, mientras que los campos no regados convertidos en parcelas lo eran por una generación. Segun un edicto del año 743, la tierra recuperada por iniciativa privada podíia convertirse en propiedad permanente del recuperador, sin obligación de ser redistribuida. Con frecuencia se alentaba a la población rural a abandonar las tierras pública; Iuego se competía por la concesión de su recuperación. Ello incrementó en gran proporcióm el porcentaje de tierras privadas y de campesinos que preferian ser contratados en estas tierras a cambio de obligaciones impositivas menos pesadas en lugar de permanecer en los de explotación pública. Fue asi que, falto de tierras, el aparatoso sistema de reasignaciones cayó en desuso. La ultima redistribución de que se tiene registro data del año 844.

Pronto, los shöen creados mediante recuperación superaron a los shöen por encomienda. Para asegurarse cierta protección e inmunidad impositiva, Ios pequeños propictarios encomendaban sus tierras a un propietario absentista -a un noble o un templo capitalino. A cambio del pago del impuesto anual el cultivador conservaba el derecho a explotar sus campos rnientras que la titularilad correspondía al noble o templo. Si el nuevo propietario no se veía capaz de dar toda la protección que las tierras requerían, podía a su vez encomendarlas a un Fujiwara de alto rango o a un consorte imperial, con voz en la corte, para asegurarse sus buenos oficios, Ies concedia un derecho (shiki) sobre la tierra. Estos shiki divididos y compartidos eran básicamente derechos sobre un porcentaje del beneficio producido por las tierras. Eran, pues, divisibles, vendibles y heredables. Una institución o individuo, hombre o mujer podia poseer diferentes tipos de shiki en un mismo latifundio asi como una variedad de shiki en latifundios diversos, sin haberlos visilado en su vida. Se ha descrito a este sistema como de "tendencia jerarquizada". Los monasterios o nobles, en protección de sus intereses, enviaban a sus propios supervisores a establecer una administración en el lalifundio, hacer un relevamiento del terreno y cobrar el impuesto en arroz, seda u otros productos. Estos administradores se Ilevaban a su ver una tajada de la recaudación tributaria.

A tratarse de propiedades privatizadas, los shöen guardaban cierta semejanza con las fincas señoriales o haciendas europeas. Se diferenciaban, no obstante, en el hecho de estar dispersas y en que no implicaban la posesión total del terreno sino la de de interés sobre el mismo. Pero los shöen eran muy distintos de las fincas rodeadas por sus solares. Estructuralmente, contaban con cuatro o cinco niveles diferentes de cultivadores:

Los propietarios locales (shömin), que habían controlado Ia tierra antes de ser encomendada y los supervisores, (shökan), que administraban el terreno con ausencia del propietario: por encima de estos y viviendo en Nara o en la capital, los propietarios centrales (ryöshu) y los amos principalcs (honke).

Sin embargo, el mero reconicimiento documentado de un shöen no lo eximía automáticamente de las obligaciones impositivas contraidas con Ias autoridades públicas ni de ser supervisado por las mismas. Aun así, los propietarios pretendían asegurarse, claro está, la total inmunidad. Durante los períodos Heian medio y tardio, el desarrollo en las provincias de latifundios privados junto a las tierras públicas se acompaño de exenciones de impuestos (fuyu), otorgadas a influyentes aristócratas y a los templos. A su vez, y al gozar de inmunidad de inspección por parte de funciunarios civiles (funyü), estos shöen se encontrahan completamente al margen del control gubernamental.

Los shöen proliferaron a pesar de los ocasionales esfuerzos por impedirlo. Varios emperadores y emperadores claustrales del período Heian proclamaron mediante edictos que no se reconocerian nuevos shöen, pero se trataba de intentos poco convincentes y carentes de medidas adicionales de apoyo. En todo caso, aquellos que emitían edictos contra la proliferación de latifundios -y en especial los Fujiwara y los emperadores claustrales- al mismo tiempo competian -y se beneficiaban de ello- por el desarrollo de los shöen. Hasta el siglo XI, el ritmo de crecimiento de los mismos fue moderado, acelerándose notablemente durante el siglo siguiente. Según estimaciones de John W. Hall, en fechas tan avanzadas com 1086, de las tierras arroceras de Bizen el 75 por ciento, aproximadamente, era de propiedad pública mientras que el 25 restante perteneria a terratenientes privados. Sin embargo, en el XII el índice de titulaciones aumentó debido a la decidida búsqueda de encomiendas por parte de los emperadores claustrales. De acuerdo con los registros catastrales (Ötabuki) del siglo XIII, la mayor parte de las ticrras provinciales estaba privatizada en forma de shöen. Además, el caracter cada ves más hereditario de la función pública hizo que muchas propiedades hasta entonces estatales comenzasen a ser tratadas como "shöen públicos". Los shöen constituyen un claro paso hacia un universo económico y cultural cerrado o autosuficiente. En lugar de deprndér exclusivamente del tesoro del Estado o de los mercados públicos para su abastecimiento, los nobles y templos se apoyaron en gran medida en sus propiedades, que les permitían satisfacer necesidades básicas y también gozar de cierto lujo. Los shöen abastecían a templos y nobles de seda, madera y materiales de construcción, espadas y caballos, lacas, ceras, tinta y pinceles, caza y pesca, mano de obra y guerreros. Así, la elegante y distendida vida cultural de la nobleza de Heian descansaba sobre un sólido y generoso colchón de ingresos de procedencia tanto pública como privada.

Fuente: Wikilearning.com

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